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latón pensaba que sólo los filósofos estaban capacitados para alcanzar el
grado más alto de conocimiento, pues sólo a ellos les es dado elevarse desde el
mundo sensible hasta el mundo inteligible y llegar a contemplar la idea de
Bien. Es por ello que a los filósofos les corresponde dirigir la polis, pues son los sabios y, por ende,
los únicos que pueden saber qué es lo que le conviene al conjunto de la
sociedad. Los filósofos deben estar pues al frente del Estado y para que sus
directrices lleguen a buen término han de disponer de unas fuerzas de seguridad,
los guardianes, con la determinación suficiente para hacer cumplir sus leyes al
grueso de la población constituida por artesanos, campesinos y comerciantes, es
decir, los productores, quienes habrán de tener la suficiente templanza para
dejarse gobernar por los filósofos. Y si la sociedad se organiza de este modo
será justa, ya que la justicia no consiste en otra cosa sino en que cada
estamento cumpla con la función que le es propia.
La idea platónica del
rey-filósofo choca con la concepción del individualismo moderno según la cual
nadie gestiona mejor sus intereses que los propios afectados; sin embargo, aunque
parezca increíble, ha llegado hasta nuestros días y subyace a todas las teorías
paternalistas del Estado que se empeñan en mantener perennemente a los
ciudadanos en la minoría de edad. Detrás de cualquier forma de totalitarismo contemporáneo
está Platón, pues no se conoce ningún régimen despótico que se jacte
públicamente de detentar el poder para buscar su propio beneficio; antes al
contrario, todos presumen de
sacrificarse por el bien común, de salvar al pueblo del peor de sus enemigos
que para los salvapatrias de turno ha sido siempre el pueblo mismo.
Incluso en democracia
podemos rastrear la herencia de Platón, pues los representantes, por más que
sean elegidos por los ciudadanos, gobiernan de hecho como esos sabios de los
que nos hablaba el filósofo ateniense, como si supieran mejor que los propios
ciudadanos qué es lo que les conviene a éstos. Prueba de ello es el recelo que
los gobiernos democráticos muestran a someter sus decisiones al consentimiento
de los ciudadanos por la vía de un referéndum, hasta el punto de que mientras
más importantes se consideran las leyes, más rechazo hay a que sean refrendadas
mediante la votación popular. Mas el colmo de la materialización del concepto
de rey-filósofo en nuestros días lo constituyen esos gobiernos de tecnócratas
surgidos al socaire de la crisis que ni siquiera han sido elegidos
democráticamente.
De todo ello se puede percatar con facilidad cualquiera que haya estudiado mínimamente a los filósofos griegos, y acaso sea ésa la razón por la que el ministro Wert haya decidido que Historia de la Filosofía no debe seguir siendo una asignatura obligatoria para todas las opciones de bachillerato. Y es que, curiosamente, la mejor forma de gobernar como Platón en el siglo XXI consiste en evitar que los ciudadanos tengan, además de una instrucción técnica, una buena formación filosófica.
De todo ello se puede percatar con facilidad cualquiera que haya estudiado mínimamente a los filósofos griegos, y acaso sea ésa la razón por la que el ministro Wert haya decidido que Historia de la Filosofía no debe seguir siendo una asignatura obligatoria para todas las opciones de bachillerato. Y es que, curiosamente, la mejor forma de gobernar como Platón en el siglo XXI consiste en evitar que los ciudadanos tengan, además de una instrucción técnica, una buena formación filosófica.
no useis esto q se lo acaba de inventar
ResponderEliminarel de arriba es un político
ResponderEliminarEl de arriba tiene razón.
ResponderEliminarCoincido con el anonimo
ResponderEliminarmenuda mierda de artículo
ResponderEliminarel de arriba es gay
ResponderEliminarEl de arriba seria linchado en el tribunal de la opinion publica por usar una orientacion sexual como descalificativo.
ResponderEliminarEste artículo no me parece apropiado
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